Herberto Hérder I
En realidad, que puedo decir, no soy una gran lectora de poesía, pero si ha habido un poeta que me apasiona últimamente, ese es Helberto Hélder. Quizás por la fuerza de sus imágenes o por su capacidad de crear nuevos espacios de mundo. Tal vez estas sean definiciones poco compartidas, no lo sé, pero he intentado traducir del portugués uno de los poemas que me engancharon a su lectura. No sé si la traducción es muy afortunada, es probable que no lo sea y que se pierda en ella la magia de sus palabras. De todas formas deseo que os guste:
En la sonrisa loca de las madres golpean las leves
gotas de lluvia. En las amadas
caras locas golpean y golpean
los dedos amarillos de las candelas
que se balancean, que son puras.
Gotas y candelas puras. Y las maders
se aproximan soplando los dedos fríos.
Su cuerpo se mueve
por medio de los huesos filiares, por los tendones
y órganos sumergidos
y las sosegadas madres intrínsecas se sientan
en las cabezas filiares.
Se sientan y están allí en un silencio demorado y apresado
viendo todo
y quemando las imágenes, alimentando las imágenes,
mientras el amor es cada vez más fuerte.
Y les golpea en las caras el amor leve.
El amor feroz
Y las madres son cada vez más bellas.
Piensan los hijos que ellas levitan.
Flores violentas golpean en sus párpados,
ellas respiran a lo alto y bajo. Son
silenciosas.
Y su cara está en el medio de las gotas particulares
de la lluvia,
alrededor de las velas. En el continuo
verter de los hijos.
Las madres son las más altas cosas
que los hijos crean, porque se colocan
en la combustión de los hijos, porque
los hijos están como invasores dientes de león
en el terreno de las madres.
Y las madres son pozos de petróleo en las palabras de los hijos,
y se disparan a través de ellas, como chorros
para fuera de la tierra.
Y los hijos buecean en escafandros en el interior
de muchas aguas,
y llevan las madres como pulpos envueltos en las manos
y en la intensidad de toda su vida.
Y el hijo se sienta con su madre en la cabecera de la mesa.
Y a través de él la madre se mueve aquí y allí
en las tazas, en los tenedores.
Y a través de la madre el hijo piensa
que ninguna muerte es posible y las aguas
están unidas entre sí
por medio de la mano de él que toca la cara loca.
De la madre que toca la cara presentida del hijo
Y por dentro del amor, hasta solo ser posible
amar todo.
Y ser posible todo ser reencontrado por dentro del amor.
Herberto Hélder "Ou o poema contínuo" Fonte II
L.
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